A un sabio chino de la remota antigüedad le preguntaron sus
discípulos un día, qué sería lo primero que haría si se le concediera el poder
arreglar los asuntos de la nación.
Les contestó:
-Desde luego, haría que se hablara correctamente.
-Pero Maestro.
Le dijeron
-eso es algo sin importancia. ¿Por qué queréis atribuirle
tanta?
A lo que el maestro respondió:
-Cuando no se habla correctamente, lo que se dice nunca es
lo que se pretende.
Si lo que se dice no es lo que se pretende, lo que habría
que hacer se queda sin hacer.
Si esto se queda sin hacer, la moral y el arte se corrompen.
Si la moral y el arte se corrompen, la Justicia pierde el
rumbo.
Y si la Justicia pierde el rumbo, el pueblo cae en la más
absoluta confusión.
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