sábado, 31 de octubre de 2020

Después De Todo

Le pregunté a uno de mis amigos que ha cruzado los 60 años, qué tipo de cambio está sintiendo en él.

“Después de amar a mis padres, mis hermanos, mi cónyuge, mis hijos, mis nietos, ahora he comenzado a amarme a mí mismo.

Me acabo de dar cuenta de que no soy "Atlas".

El mundo no descansa sobre mis hombros.

Ahora dejé de negociar con vendedores de frutas y verduras. Después de todo, unos pocos centavos más no van a hacer un agujero en mi bolsillo, pero podría ayudar al pobre hombre a ahorrar para las cuotas escolares de su hija.

Pago al taxista sin esperar el cambio.

El dinero extra podría traer una sonrisa en su rostro. Después de todo, él está trabajando mucho más duro que yo.

Dejé de decirles a los ancianos que ya han narrado esa historia muchas veces.

Después de todo, la historia los hace caminar por el camino de la memoria y revivir el pasado.

He aprendido a no corregir a las personas, incluso cuando sé que están equivocadas.

Después de todo, la responsabilidad de hacer que todos sean perfectos no está en mí.

La paz es más preciosa que la perfección.

Doy elogios libremente y generosamente.

Después de todo, mejora el estado de ánimo no solo para el receptor, sino también para mí.

He aprendido a no molestarme por un pliegue o una mancha en mi camisa.

Después de todo, la personalidad habla más que las apariencias.

Me alejo de las personas que no me valoran.

Después de todo, puede que no sepan mi valía, pero yo sí.

Me mantengo tranquilo cuando alguien juega a la política sucia para superarme en la carrera de ratas.

Después de todo, no soy una rata y tampoco estoy en ninguna carrera.

Estoy aprendiendo a no sentir vergüenza por mis emociones. Después de todo, son mis emociones las que me hacen humano.

He aprendido que es mejor dejar caer el ego que romper una relación.

Después de todo, mi ego me mantendrá distante, mientras que con las relaciones nunca estaré solo.

He aprendido a vivir cada día como si fuera el último.

Después de todo, podría ser el último.

Estoy haciendo lo que me hace feliz.

Después de todo, soy responsable de mi felicidad y me la debo.”

 

Fuente:  Rossy Vasquez.

 


 

Respeto Y Amor.

Trata con respeto y obediencia a tu maestro, o instructor, le debemos respeto a quien nos instruye para mejorar nuestra consciencia.

Trata con respeto a todo ser sintiente de la naturaleza física y superiores, pues todo somos parte de una misma cosa el TAO o vacío nos abarca a todos.

El amor fluye a través del respeto mutuo entre todos, la tolerancia y la ayuda a nuestros semejantes también es parte del guerrero del despertar.

 


 

viernes, 30 de octubre de 2020

El Amor Verdadero

Mis padres vivieron 55 años casados.

Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno, sufrió un infarto y cayó.

Mi padre la levantó como pudo y, casi a rastras, la subió a la camioneta.

A toda velocidad, sin respetar semáforos, la condujo hasta el hospital.

Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló; su mirada estaba perdida.

Casi no lloró.

Esa noche, sus hijos nos reunimos con él.

En un ambiente de dolor y nostalgia, recordamos hermosas anécdotas y él pidió a mi hermano, teólogo, que le dijera dónde estaría mamá en ese momento.

Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, y de conjeturas de cómo y dónde estaría ella.

Mi padre escuchaba con atención.

De pronto pidió que lo lleváramos al cementerio.

"¡Papá!", respondimos, "¡son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora!".

Alzó la voz, y con una mirada vidriosa dijo:

"No discutan conmigo, por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio, no discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador.

Con una linterna llegamos a la tumba.

Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos, que veíamos la escena conmovidos:

"Fueron 55 años... ¿saben? Nadie puede hablar del amor verdadero, si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer".

Hizo una pausa, y se limpió la cara. "Ella y yo, estuvimos juntos en aquella crisis. Cambié de empleo...", continuó. "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de los seres queridos, oramos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido, y estoy contento, ¿saben por qué?

Porque se fue antes que yo. Ella no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto, que no me hubiera gustado que sufriera...".

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado en lágrimas.

Lo abrazamos, y él nos consoló: "Todo está bien, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, más bien se vincula al trabajo, al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos personas realmente comprometidas

 

Fuente: Meg Estgon

 


 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Lo Mejor Que Puedes Hacer

‘Lo mejor que hay que hacer cuando estás triste’, respondió Merlín, comenzando a soplar y soplando, es aprender algo.

Es lo único que nunca falla.

Puedes haber envejecido, con tu cuerpo tembloroso y debilitado, puedes pasar noches sin dormir escuchando la enfermedad que toma tus venas, puedes perder tu único amor, puedes ver el mundo a tu alrededor devastado por lunáticos malignos, o saber que el tuyo Honor está pisoteado en las alcantarillas de las mentes más cobardes.

Solo hay una cosa que puedes hacer por esto: aprender.

Aprende por qué el mundo se mueve, y qué lo mueve.

Esto es lo único de lo que la mente nunca se cansará, nunca se alienará, nunca será torturada, ni asustada, ni intimidada, ni soñará con arrepentirse.

Aprender es lo único para ti.

Mira cuántas cosas hay que aprender.

 

T. H. Blanco

 

lunes, 26 de octubre de 2020

El Mensaje

Seguimos sin entender que desde el punto de vista espiritual, el mensajero es absolutamente irrelevante, es el mensaje el que cuenta.

Cuando espero un paquete y tocan el timbre, ¿me preocupa, más allá de los saludos de cortesía, la vida del empleado de la mensajería?

¿Espero a ver si me parece físicamente atractivo, le pregunto si tiene familia y si la trata bien, etc?

No, por supuesto.

Porque lo que nos interesa es el paquete y su contenido.

De la misma forma caemos una y otra y otra vez en la idolatría, en el culto a la personalidad, cuando nos concentramos en la apariencia o forma de ser de quien nos está dando la información espiritual.

Sería bueno entender primero, que muchas personas notables siguen siendo humanas e imperfectas. También que nosotros, si estamos en una situación de esperar recibir algo, estamos dando por sentado que dicha persona posee algo valioso.

Lo valioso es por la naturaleza misma del mensaje, la persona sólo es la lanzadera, la herramienta por la que llega ese mensaje.

Pero seguimos sin entenderlo.

Seguimos a Buda, a Krishna, a Yeshua, a Lao-Tsé, etc, etc.

Ni uno solo de esos seres notables pidió jamás que lo siguieran, ni solicitaron jamás adoración de su individualidad.

Como humanos especiales que eran, comprendían que lo esencial era el mensaje.

Preferimos, como los niños, darle toda nuestra atención al envoltorio del juguete.

 

Yosef Veira

foto: Phil Borges.

 

sábado, 24 de octubre de 2020

El Gato Que Soñaba Con Alcanzar La Luna

 

 

 

 

Hace mucho tiempo existió un pueblo con casas de madera y calles de piedra, donde vivían felices muchos gatos. Durante el día acompañaban a sus dueños que los acariciaban y les daban de comer, y en la noche iban saltando de tejado en tejado.


Había gatos de todos los tamaños y de las razas más extrañas, pero entre todos ellos Fígaro era especial. Fígaro era un gato de pelaje muy blanco, ojos negros y grandes bigotes.

Mientras los demás felinos perseguían a los ratones o jugueteaban sobre los tejados, él prefería contemplar la luna. Pasaba largas horas anonadado, viendo cómo su reflejo plateado bañaba todo el pueblo.

-“Te vas a quedar tonto de tanto mirarla”, – le decían los otros gatos que no entendían su interés.

Pero a Fígaro esto no le importaba. Aquella vida rutinaria de salir a cazar ratones lo aburría. Aquella misteriosa y distante luna redonda lo hacía soñar. Soñaba con alcanzarla, con abrazarla y con entender qué magia le permitía transformarse de manera tan increíble.

Solo su amiga Calipso se preocupaba por él y trataba de que se olvidara de aquella obsesión. Fígaro que disfrutaba hablando con ella le decía: -“¿No ves lo hermosa que es? Hoy está más brillante y grande que nunca, pero también más lejos. ¿Podremos algún día llegar hasta donde está?”

Un buen día los gatos dejaron de hacerle caso e incluso Calipso se cansó de escucharlo suspirar. Hasta que Fígaro desapareció de aquel pueblo y nadie fue capaz de encontrarle.

-“Se ha ido a perseguir sus sueños.

¿Habrá alcanzado la luna?” – Se preguntaba Calipso nostálgica.

Lo cierto es que en las noches de luna llena, si la miras con detenimiento, entre algunas de sus manchas oscuras se distinguen unos bigotes alargados. Y hay quienes dicen que incluso han visto una forma de gato. Pero no todos lo pueden ver, solo aquellos que tienen alma de soñadores.

Cuentos de un Gato