Un día, Jaina, el hijo del rey Soroy, se despertó y se dio
cuenta que quería gobernar.
Así que fue donde su padre, el Rey, y le dijo
-‘Padre, quiero gobernar, ya he crecido lo suficiente y creo
que ya es tiempo que me des unas tierras para gobernarlas y así prepararme para
algún día gobernar tu reino’.
El padre lo miró fijamente y le dijo:
-‘Primero debes hacer algo... anda al bosque y escucha, y cuando
hayas escuchado... ven.’
Y así, a la mañana siguiente Jaina fue temprano al bosque.
Al caer la tarde se presentó ante su padre y dijo:
-‘Padre, he escuchado todo el día el canto de los distintos
pájaros del bosque. Ha sido una experiencia muy enriquecedora.’
El padre lo miró fijamente y le dijo:
-‘Todavía no has escuchado bien. Regresa al bosque y escucha,
y cuando hayas escuchado... ven.’
Al día siguiente, Jaina se dirigió nuevamente al bosque y,
esta vez, se quedó a pasar la noche.
Cuando se presentó ante el rey le dijo:
-‘Padre, he escuchado además de los pájaros, a los distintos
tipos de animales que habitan en el bosque, los he escuchado gritar, cazar,
comer, aparearse y dormir.’
El rey le puso la mano sobre el hombro y le dijo:
-‘Hijo, todavía no has escuchado bien.
Regresa al bosque y escucha, y cuando hayas escuchado...
ven.’
Y así, Jaina partió una vez más al bosque.
Y pasaron muchas horas y Jaina no volvía..., la corte entera
se preocupó menos el rey quien permanecía tranquilo.
Pasaron los días y Jaina no volvía...
Todo el reino lloraba la desaparición del príncipe menos el
rey quien permanecía tranquilo. Pasaron los meses y ya nadie pensaba en Jaina.
Un día, por las inmediaciones del palacio, vieron acercarse
a un hombre vestido como un mendigo, estaba descalzo, con el pelo largo y
enredado.
El hombre fue directamente al palacio y dijo:
-‘Vengo a ver al rey.’
El rey, al enterarse de aquella extraña visita ordenó que lo
dejen pasar.
Detrás de aquellos cabellos enmarañados el rey vio el brillo
de la mirada de su hijo y le dijo
-‘Hijo... ¿qué has escuchado?’
-‘He escuchado el temblor de los pétalos antes de florecer,
el crujir de la tierra ante los primeros rayos del sol, el murmullo de las
hormigas al ponerse de acuerdo sin ponerse de acuerdo...’.
-‘Es suficiente’.
Interrumpió el rey.
-‘Ahora que sabes escuchar lo que no se oye, sabrás escuchar
las necesidades de tu pueblo. Anda ve y gobierna...’
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