A Mukurai, el maestro zen del templo de
Kennin en Kyoto, le gustaba conversar con comerciantes y vendedores de
periódicos tanto como con sus propios discípulos.
Cierto fabricante de tinas de baño,
prácticamente analfabeto, solía ir frecuentemente a verlo.
Hacía un par de preguntas estúpidas, bebía
el té con Mokurai y luego se marchaba.
Un día que él estaba allí, Mokurai quiso
dar instrucción personal a un discípulo, por lo que pidió al hombre que tuviese
la amabilidad de esperarlo en otra habitación.
-Tengo entendido que eres un Buda viviente
–protestó el fabricante de tinas-, pero ni siquiera los Budas de piedra de este
templo rehúyen jamás a las personas que se le acercan.
¿Por qué debo ser yo
excluido?
Mokurai tuvo que salir fuera para ver al
monje.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario