- Tú eres un gran místico -le dijo uno de sus pupilos a
Nasrudín-, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo
largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
- Sencillo -contestó el maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma
senda, todos acabaríamos en el mismo lugar; el mundo, perdido el equilibrio, se
inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.
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