En la
antigua China, un campesino se encontraba en serios problemas económicos, tenía
una numerosa familia y debido a sus problemas, su salud empezó a empeorar.
Cierto
día mientras caminaba preocupado por el camino hacia el pueblo, el campesino
encontró a un hombre con el cual empezó a hablar mientras se dirigían al
pueblo.
Este le
indicó al campesino a un sabio que vivía lejos del pueblo, pero que quizás
podía ayudarlo con sus problemas de salud, económicos y familiares.
El
campesino, al otro día se dirigió a la morada del sabio, cuando llegó la puerta
estaba abierta, el sabio desde adentro le permitió pasar.
El
campesino muy preocupado entró tímidamente, fue entonces que vio al sabio
sentado tranquilamente bebiendo una taza de té. Este lo invitó a sentarse y
compartir el té.
El
campesino nervioso le dijo que no tenía tiempo, que tenía muchos problemas y no
podía esperar, entonces rápidamente le contó sobre su salud, miserias,
preocupaciones, conflictos, etc.
El sabio
bebía el té pero prestaba atención al hombre, dejándolo hablar.
Cuando
finalizó con todos los problemas, el sabio volvió a invitarlo a beber té.
Entonces el campesino enojado le replicó: “No has escuchado todos mis
problemas, no hay tiempo para el té”
El sabio
le contestó: “Tómate tiempo para pensar, eso no va a agravar tus problemas, es
la única forma de que llegues a la solución.”
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