Un precioso cuento taoísta que nos
transporta a un mundo de iconografía oriental, en el que las puertas aisladas
en el vacío, el agua en todas sus formas, los árboles y los animales enmarcan
la historia de un aprendizaje que se desarrolla en las cuatro estaciones de la
vida y cuyo mensaje es muy claro:
el deseo de posesión lleva en sí mismo
la destrucción de lo que más quieres.
Nadie es inmune al poder de las
estaciones ni a su ciclo anual de nacimiento, crecimiento y decaimiento.
Ni siquiera los dos monjes que
comparten una ermita flotante rodeada de montañas.
A la vez que las estaciones se
suceden, todos y cada uno de los aspectos de su vida son infundidos y vividos
muy intensamente.
Esto les hará experimentar momentos de
gran espiritualidad y misticismo y otros más movidos y trágicos.
Ellos, al igual que todo ser humano,
son incapaces de evitar los avatares de la vida, los deseos, el sufrimiento y
las pasiones.
Bajo la atenta mirada del monje
anciano, uno mucho más joven experimenta la pérdida de la inocencia, con la
llegada de una mujer a su particular mundo de paz y tranquilidad.
La mujer despertará en el joven
sentimientos hasta ahora totalmente desconocidos como el amor, los celos, la
obsesión, el precio de la salvación y la sabiduría obtenida a través de la
experiencia.
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