Erase una vez una
marmota que siempre estaba triste e iracunda, caminaba cabizbaja y siempre se
quejaba de todo:
¡Qué mala suerte tengo!
¡Qué mala pata! ¡Ay, qué día tan frío! ¡Jo, cuanto calor, no hay quién lo
aguante! ¡Qué pena tan grande, que disgusto, que dolor! ¡Ah, cuanto
sufrimiento, este mundo es un valle de lágrimas!".
A veces se la podía oír
decir: ¡Cómo me duele la pata! o ¡Estoy fatal, algo que he comido me ha
sentado muy mal! A su lado todo era penas y lo animales huían de tan triste
compañía:
Un día en que se quedó dormida se le apareció un duendecillo de nariz aguileña
y ojos brillantes y con una enorme sonrisa.
Se presentó como Erdbeer:
-Soy un gran explorador
y vagabundo, le dijo y voy en busca de seres como tú a los que les ha atrapado
la tristeza y no te abandonare hasta que me digas que es lo que buscas en la
vida.
¿Para qué estás aquí?,
cuando lo sepas podrás despertarte, pero hasta entonces permaneceré contigo en
tu sueño.
La marmota estaba sorprendida, si, estaba soñando, pero esto iba mucho más
allá, el duende iba en serio y no la iba a dejar despertar hasta que
respondiese a sus preguntas.
-Pues es fácil, hemos venido a trabajar.
-Frío, frío, como el agua del río.
-Entonces a pasarlo mal, a sufrir.
-Muy muy frío, helado vamos.
-Hemos venido a luchar, a esforzarnos un poco más cada día.
-Nada, que sigue helado.
-¿Para encontrar pareja y tener familia?
-Sigue frío, busca en tu corazón, no en tu mente, vamos continua.
-¡Ya me estoy cansando, quiero que termine este juego, quiero despertarme!
-Sabes que no es posible, ya sabes dónde encontrar la respuesta.
Pero a veces el corazón está dormido, esta tan acorazado que no tiene ninguna
respuesta.
La marmota lo había
tapado tanto con sufrimientos y temores que no conseguía acercarse a él.
Durante horas se
esforzó en buscar respuestas sin acercarse ni una pizca al calor de su corazón.
Eedbeer se tuvo que esforzar mucho, era un ser que procedía de la tierra,
nacido de un pensamiento de Amor.
Desplegó toda su
ternura y cariño para ir arrancando todas las capas que tenía atrapado a ese
pobre corazón y así liberarlo.
La luz liberó el corazón, sano el dolor y cicatrizo viejas heridas.
-Quizás… Dijo tras un tiempo, hayamos venido a pasarlo bien, realmente tanto
sufrimiento no tiene sentido.
-¡Bien!, te vas acercando, un poco caliente, como el agua de la fuente.
-Tal vez... Sea para amar y ser amados.
-Muy bien marmota, te vas acercando.
-¿Y si fuera para compartir con los demás lo mejor de nosotros mismos?
-Caliente, caliente, vamos ¡que te quemas!
-¡Ya lo sé, lo descubrí! Mi deseo más intenso es ser FELIZ.
-¡Bravo, estupendo! Ser felices, ese es nuestro gran anhelo, todos hemos venido
a la tierra con ese propósito, no lo olvides, ese es el camino por el que iras
de ahora en adelante.
Y ahora por una sonrisa
en tu rostro y ¡DESPIERTA!
La marmota abrió los ojos y el duende se despidió soplándola en la frente en
busca de otros seres que necesitaran su ayuda.
La marmota sonreía a
todos los seres, también al sol, a la luna y las estrellas.
La vida la fue sonriendo, el Amor que irradiaba su corazón recién abierto atrajo dicha y cariño a su vida y también el Amor de otra marmota.
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