Recuerdo
que cuando yo era pequeño, mi abuelo, para explicarme lo que era el karma, me
contó la siguiente historia:
–
Hace mucho tiempo, un hombre mayor se quedó viudo.
Su
hijo, para que no se sintiera solo, decidió que se fuera a vivir con él y con
su familia, pero como el anciano se había vuelto algo torpe a causa de la edad,
su nuera, que no lo soportaba, insistió para que lo encerraran en un asilo.
Así,
a los pocos meses, padre e hijo pusieron rumbo hacia la única residencia de
ancianos que había en la ciudad.
Pero
el hombre, unos metros antes de llegar, fatigado, se sentó en el banco de un
parque a descansar.
Su
hijo, que se sentó a su lado, le preguntó si le sucedía algo, pero el hombre,
tragándose el dolor y la pena, miró a su hijo, acarició la piedra del banco con
la mano, agachó la cabeza y no dijo nada…
Al
cabo de un tiempo, el médico del asilo llamó por teléfono a la familia para
comunicarles que su padre había muerto de tristeza y de soledad.
Así pasaron muchos años y el hombre se convirtió también en un anciano, y como le sucedió a su padre, también se quedó viudo.
Así pasaron muchos años y el hombre se convirtió también en un anciano, y como le sucedió a su padre, también se quedó viudo.
De
la misma manera, su hijo también decidió que, para que no estuviese solo, se
fuese a vivir con él y con su familia.
Sin
embargo, como se había vuelto algo torpe, su nuera insistió para que lo
encerraran en un geriátrico.
Así,
a los pocos meses, padre e hijo pusieron rumbo hacia el asilo, pero unos metros
antes de llegar, el anciano, fatigado, se sentó en un banco a descansar.
Su
hijo, sentándose a su lado, le preguntó si le sucedía algo, y el anciano,
mirándole a los ojos, acarició la piedra del banco con la mano y, llorando,
acertó a decir:
-
Hace mucho tiempo yo también decidí traer a mi padre a la residencia y, cuando
pasamos por este mismo lugar, él también se sentó en este mismo banco y
acarició esta misma piedra.
Ahora
puedo comprender lo que él sintió en aquellos momentos.
Ahora
sé realmente qué pena tan grande le produje y lo injusto que fui con él.
Así,
cuando el hombre terminó de hablar, agachó la cabeza sin poder decir nada más.
Entonces
su hijo, tocado en lo más profundo de su corazón, lo cogió de la mano y,
dándose media vuelta, regresaron de vuelta a casa.
Desconozco el autor
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