sábado, 1 de agosto de 2015

La Onda Verde.


En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor, con tono de autoridad en la materia:
-Debe usted traer su propia bolsa de compras, señora, ya que las bolsas plásticas son nocivas para el medio ambiente-, y la conmina a sumarse a la "Onda Verde".
La señora pide disculpas y explica:
-Es que no había esta onda verde en mis tiempos.
El empleado y los demás miembros de la fila, la miran con cara de "¡Ya lo sabíamos!".
El cajero le dice casi en tono de reproche:
-Gracias a ustedes tenemos ese problema hoy, señora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente y hoy tenemos que reparar nosotros lo que ustedes omitieron.
La mujer se vuelve a mirarlos y responde:
-Bueno, tiene razón... nunca se promovió esa onda verde en mis tiempos, porque hacíamos las cosas de manera distinta. Las botellas de leche, las de refresco y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta. Allí las lavaban y esterilizaban antes de llenarlas de nuevo, de manera que se usaban las mismas botellas una y otra vez. Creo que hoy le llaman a eso "reciclar".
Y agrega:
-No teníamos esta onda verde en mis tiempos. Subíamos las gradas, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de subir a un auto de 300 caballos de fuerza para recorrer dos cuadras.
-Tiene razón, no teníamos la onda verde en esos tiempos. Lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía que se sacuden a 220 voltios. La energía solar y eólica secaba verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Preparábamos los alimentos de principio a fin y no metiendo empaques desechables con sopas instantáneas en hornos que consumen energía como demonios.
-Es cierto, no teníamos onda verde entonces. Teníamos sólo una televisión o radio en la casa, no un televisor en cada cuarto, y no se transmitían programas día y noche. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran todo. Cuando empacábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos viejos para protegerlo, no esa cosa que llaman unicel o bolitas plásticas infladas que tanto contaminan el ambiente.
-No, no teníamos onda verde. En mis tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el pasto. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad. Tomábamos agua de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos desechables o botellas plásticas cada vez. Recargábamos con tinta las plumas en lugar de comprar una nueva, y cambiábamos las navajas de afeitar en vez de echar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja ha perdido su filo.
-Tiene usted razón, no teníamos una onda verde por entonces. En aquellos tiempos, nosotros caminábamos a la escuela, algunos tomaban el tranvía o el camión, y otros iban en sus bicicletas. En ese entonces no se formaban filas interminables de autos estacionados en doble y hasta triple fila frente a las escuelas, ni se hacían esos embotellamientos que hoy ayudan tanto a contaminar el ambiente. Teníamos un enchufe en cada habitación, no una docena de artefactos que hoy mantienen a los niños pegados a las pantallas, y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites para encontrar la pizzería más próxima.
El cajero y los demás de la fila se quedaron callados, mientras miraban a la mujer alejarse.
Eran la generación de lo desechable, de lo automático, de lo cibernético; la generación que inundó el planeta de plástico, pañales, baterías, vasos, platos, empaques, autos, celulares y piezas electrónicas descartables.

Tuvieron que lamentarse de ser la generación que está lamentándose por cuán insensatos habían sido los viejos por no haber tenido esta onda verde en sus tiempos.


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