La Historia de la Vaca
Muchas
personas no son conscientes de las vacas que tienen; otras son conscientes de
ellas, pero, igual, las siguen cuidando y alimentando, ¿por qué?
Por
una sencilla razón, porque las vacas nos proveen una zona de confort,
UNA EXCUSA.
Por
lo general las vacas depositan la culpabilidad por nuestra situación fuera de
nosotros mismos.
La culpa de nuestra mala suerte es de otras personas, de las
circunstancias o del destino.
Sin
ninguna vaca que justifique nuestra mediocridad, no seríamos más que unos
incapaces de aceptar la responsabilidad por nuestro éxito.
Sin
embargo, la vaca nos convierte en personas con buenas intenciones, a quienes
infortunadamente la suerte no le ha sonreído y nos convertimos en víctimas del
destino.
Entonces,
como ves, la mediocridad es peor que el fracaso total.
Éste
al menos te obliga a evaluar otras opciones.
Cuando
has tocado fondo, y te encuentras en el punto más bajo de tu vida la única
opción es subir.
Con
el conformismo sucede todo lo contrario, puesto que éste engendra mediocridad y
a su vez, la mediocridad perpetúa el conformismo.
Es
ciertamente un círculo vicioso autodestructivo.
El
gran peligro de la mediocridad es que es aguantable, es vivible.
La
absoluta miseria, el fracaso total, el fondo, te obliga a tomar cualquier tipo
de acción, y cuando estás en dicha situación, cualquier acción es mejor que no
actuar.
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