Cuenta la tradición de algunos indios de la Amazonía que, hace mucho tiempo, tuvieron que emigrar al continente por la destrucción del Paraíso donde se encontraban hasta entonces, el cual desapareció en las profundidades del mar en tan solo un día y una noche.
No obstante, Dios puso un Arco Iris como puente para que
pudieran salvarse y llegar a salvo al nuevo mundo.
Sin embargo, algunos
niños se quedaron retrasados y, jugando, en un descuido, cayeron al mar.
Antes de ahogarse,
Dios se compadeció de ellos y los convirtió en una nueva especie, los delfines,
para que pudieran jugar siempre y conservar eternamente su inocencia.
La ONU denomina a los Delfines: Personas No Humanas
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