Ayer a Pedro, el gurú del gym, se le dio por subir a la bici de spinning. Con sus musculosos noventa kilos, mientras pedaleaba trepando a la imaginaria montaña de su conciencia me decía con mirada perdida: Tenemos que comprender que nuestro lenguaje no verbal raramente es controlado y le muestra al mundo nuestra emocionalidad sea o no conveniente a nuestros propósitos. Gran parte de nuestra expresión en el mundo es subconsciente o inconsciente y no va en línea con nuestros objetivos comunicacionales.
No sin poca sorpresa frente a tal alarde de conocimiento aterrizado que no mencionaba al karma, ni al papel en la obra de teatro de la vida… me subí a la bicicleta de al lado con la intención de escuchar hacia dónde derivaría su reflexión de sabio potenciado con juguitos sospechosos bien occidentales.
La comunicación es todo para el mundo exterior, porque nadie sabe lo que somos, sino solo lo que comunicamos. El manejo que hacemos de nuestra comunicación e imagen determina casi por completo el éxito o fracaso de nuestras ideas. Y tenemos que alinearnos a quien escucha porque sin sincronización psíquica con el receptor del mensaje estamos en el horno, no seremos escuchados. Imposible influir sin entender estos conceptos.
Y continuó, cual porteño empedernido en una mesa de café: Sabés amiga, nos habitan muchos yoes: el yo racional, el yo emotivo, el yo instintivo, el yo orgánico-funcional y el yo conductor, que es como el batido esencial (no pude dejar de asociarlo a las botellitas con líquidos de colores sin etiquetas que consume a diario). Nuestra capacidad de percepción e interpretación está limitada por esos programas precargados que nos condicionan, esas creencias acerca del mundo, las percepciones deformadas de la realidad y si no sincronizamos con el mapa mental del otro al que le hablamos no puede haber lenguaje que tenga llegada ni mensaje que pueda ser escuchado.
He llegado a la conclusión que no podemos dirigirnos del mismo modo a todo el mundo, no podemos ser transparentes, no podemos ser honestos. El mundo no está diseñado para la honestidad porque hay demasiada gente con talento ganando un salario promedio y mucho irreverente mentiroso encumbrado en las organizaciones. La honestidad no garpa, piba. ¿Y sabés cómo lo logran? Influyendo en los demás, son expertos en el arte de influir logrando que los demás hagan por él y para él de forma no demasiado consciente. Vivimos en el mundo de los eufemismos: Al acto de mentir con una intención positiva, le llaman administrar la verdad… Los seres humanos necesitamos ser queridos y aceptados y por lograrlo hacemos cosas increíbles a lo largo de la vida con todos sus matices. Y te digo más: No pierdas tiempo en la crítica aunque sea bienintencionada o la objeción destinada a la mejora continua porque de una opinión, la mente humana solo acepta el 2% del mensaje como tal, el resto es considerado un ataque directo a su integridad y la amenaza resulta en incomodidad y resistencia. El autocontrol es fundamental y y el grado de esfuerzo directamente proporcional a la diferencia de valores y nivel de conciencia de uno y otro. De modo que hay que tener presente siempre:primero halagar, elogiar y complacer (ahora le llaman apreciar) y luego influir (ahora le llaman agregar valor al vínculo).
Y lo pude ver sumergirse en un profundo silencio mientras contemplaba lo que parecía un horizonte mental con imágenes de lo que ya no es ni podrá ser.
Principio de la Gestión Exitosa:
“Si un sistema requiere controlar a otro,
el flujo de la información debe controlarse estratégicamente.”
“Si un sistema requiere controlar a otro,
el flujo de la información debe controlarse estratégicamente.”
Corolario 1:
La comunicación estratégica es necesaria
para defendernos de la inconsciencia
de los otros y para no afectar a los otros
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