El discípulo no entendía a su maestro.
¿Por qué cada vez que
tenía una contrariedad o le sobrevenía una situación adversa el mentor le decía
«está bien, está bien»?
Llegó a preguntarse si es que al maestro jamás le sucedía nada desagradable o si era tan afortunado que
nunca tenía adversidades o vicisitudes que enfrentar. Intrigado, le preguntó al
mentor:
-Pero ¿nunca te acontecen situaciones que no puedes resolver? No entiendo por qué siempre dices «está bien, está bien» cuando se te pone al corriente de alguna contrariedad o vicisitud.
El maestro sonrió y dijo:
-Sí, todo está bien, todo está bien.
-Pero ¿por qué? -preguntó escéptico e incluso un poco irritado el discípulo.
Y el maestro explicó:
-Porque cuando no puedo solucionar una situación en el exterior, la resuelvo en mi mente cambiando de actitud. Ningún ser humano puede controlar todas las circunstancias o situaciones externas, pero sí puede aprender a controlar su actitud ante las mismas.
-Pero ¿nunca te acontecen situaciones que no puedes resolver? No entiendo por qué siempre dices «está bien, está bien» cuando se te pone al corriente de alguna contrariedad o vicisitud.
El maestro sonrió y dijo:
-Sí, todo está bien, todo está bien.
-Pero ¿por qué? -preguntó escéptico e incluso un poco irritado el discípulo.
Y el maestro explicó:
-Porque cuando no puedo solucionar una situación en el exterior, la resuelvo en mi mente cambiando de actitud. Ningún ser humano puede controlar todas las circunstancias o situaciones externas, pero sí puede aprender a controlar su actitud ante las mismas.
Por eso, para mí, todo está
bien, todo está bien.
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