El discípulo (que ya tenía su propio grupo a cargo)
estaba preocupado y acudió al viejo maestro para plantear su dilema:
- Maestro, llevo tiempo en el camino, ¿tiene sentido seguir en el estudio y la duda?
Luego de un silencio que parecía no tener fin, el maestro respondió:
- La persona espiritualmente madura lee y sigue estudiando para desafiar sus certezas dejando un espacio llano para dudar y habitar en la pregunta.
- Maestro, llevo tiempo en el camino, ¿tiene sentido seguir en el estudio y la duda?
Luego de un silencio que parecía no tener fin, el maestro respondió:
- La persona espiritualmente madura lee y sigue estudiando para desafiar sus certezas dejando un espacio llano para dudar y habitar en la pregunta.
El espacio del no saber (que no es nihilismo ni
ignorancia) es el ámbito abierto y receptivo que viabiliza la opción que trae
novedad a su reflexión.
El diferente y sus ideas son bienvenidos a ese espacio.
La persona que transita la etapa infantil de la
espiritualidad (que no tiene que ver con el tiempo sino con el estado de su
conciencia) habla con otros, se informa y lee para autoconfirmarse en sus
certezas.
Su seguridad reside en la uniformidad de pensamiento,
le teme al diferente y ve como una amenaza angustiante que el distinto lo
provoque en sus certidumbres.
Ya es tiempo para que saques tus propias conclusiones.
Ya es tiempo para que saques tus propias conclusiones.
S.M.
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