El orden es
un elemento fundamental en nuestra vida, elemento del cual tengamos consciencia
o no, se manifiesta de forma constante, en distintos ámbitos y en distintos
niveles, y que con consciencia puede ser utilizado para nuestro desarrollo.
El orden nos
invita a ocupar el lugar que nos corresponde, ya sea con nuestros padres como
hijos, con nuestra pareja como pareja, con nuestros hijos como padres.
Cuando el
orden se rompe no sólo me pierdo de hacerme cargo, desarrollarme y vivir mi
propio proceso desde mi lugar, sino que le quito al otro, ya sea un padre,
pareja o hijo, la posibilidad de hacerse cargo y vivir su propio proceso desde
su lugar.
Bert
Hellinger dice:
“El orden
precede al amor, el amor únicamente puede desarrollarse en el marco del orden”.
Tomar
consciencia de qué lugar estoy ocupando implica ver cómo me siento y cómo
fluyen las relaciones cuando ocupo mi lugar y cómo me siento y qué pasa cuando
no lo ocupo.
Cuando soy
adulto, orden como hijo, implica permitirme ser hijo frente a mis padres.
Significa cambiar la mirada de una mirada infantil y de las “películas” que nos
hacemos en relación a nuestros padres a una mirada adulta, en la que me permito
ver a mis padres ya no de una forma idealizada, sino como dos personas que, al
igual que cualquiera, han vivido momentos de alegría, de tristeza, de dolor o
de sufrimiento.
Una tendencia como hijos es muchas veces decir “Lo hubiese hecho mejor que mis padres” o “Lo hubiese hecho de forma distinta”.
Una tendencia como hijos es muchas veces decir “Lo hubiese hecho mejor que mis padres” o “Lo hubiese hecho de forma distinta”.
Cuando esto
ocurre no solo nos colocamos en una posición de superioridad en relación a
nuestros padres, también perdemos nuestro lugar como hijos al sentirnos más
grandes que ellos.
Colocándonos
en una posición de demanda y reproche, en la que nos sentimos con el derecho a
juzgarlos, y en la que no miramos los padres que tuvimos, sino los que me
hubiese gustado tener, responsabilizándolos de lo que nos ocurre, evitando de
esta manera ver cuál es mi responsabilidad en lo que pasa en mi vida hoy.
De forma contraria, cuando me permito ser hijo viendo a los padres que tuve con una mirada adulta, como lo que fueron y tomar con amor lo que me dieron, haya sido mucho o poco, logro ver una grandeza que hasta el momento me había sido ajena.
De forma contraria, cuando me permito ser hijo viendo a los padres que tuve con una mirada adulta, como lo que fueron y tomar con amor lo que me dieron, haya sido mucho o poco, logro ver una grandeza que hasta el momento me había sido ajena.
Y no sólo
quedo libre para hacer mi propio camino, sino que descubro que haga lo que haga
o sea quien sea, mis padres siempre me enseñarán algo, estén o no con conmigo
hoy.
El orden
frente a nuestros hijos implicará ser padres frente a nuestros hijos.
Esto
significa:
No depositar
en ellos cargas o responsabilidades que no les corresponden.
Cuando
comenzamos a depositar en nuestros hijos responsabilidades o decisiones que a
ellos no les pertenecen, el orden se rompe y los niños sienten el derecho de
pedir explicaciones en asuntos en los que no les corresponde tener
participación.
Éste pasa a
ser un lugar muy difícil para un hijo, ya que no solo pasa a estar pendiente de
los padres, sino que sentirá culpa infelicidad y responsabilidad por la
felicidad de ellos.
Un hijo que
se encuentra en este lugar no se sentirá libre de actuar por su propia vida.
El orden no
es algo estático, es algo que se construye cotidianamente, dado que una
situación normal puede ponernos frente a una o varias cuestiones que creía
resueltas y cuando esto sucede en muchos casos el orden se afecta.
Prestar atención al orden en las situaciones cotidianas, nos permitirá de a poco ver de qué forma nos paramos y como nos relacionamos frente a nuestros padres, pareja e hijos.
Prestar atención al orden en las situaciones cotidianas, nos permitirá de a poco ver de qué forma nos paramos y como nos relacionamos frente a nuestros padres, pareja e hijos.
Y de qué
forma incide esto en nuestras relaciones.
Tomar
consciencia de nuestro lugar, nos permitirá de apoco ver en qué situaciones el
orden se rompe y qué respuestas se activan en estos momentos, viendo con el
tiempo que muchas de estas respuestas son aprendidas a muy temprana edad, que
luego reproducimos de forma automática en distintos ámbitos y situaciones.
Leon Perdomo
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