En
el vergel, un cierto sufí puso su rostro, a la manera de los sufíes, sobre su
rodilla, con el deseo de obtener un estado místico.
Luego se sumió profundamente en sí mismo.
Un individuo impertinente se molestó
por su aspecto de dormido.
"¡Eh!, dijo, ¿por qué duermes? Vamos, mira las viñas, contempla estos árboles, estos signos de la Misericordia divina, estas plantas verdes."
"Obedece la orden de Dios, pues El dijo: «Observa: vuelve tu rostro hacia estos signos de la misericordia»."
"¡Eh!, dijo, ¿por qué duermes? Vamos, mira las viñas, contempla estos árboles, estos signos de la Misericordia divina, estas plantas verdes."
"Obedece la orden de Dios, pues El dijo: «Observa: vuelve tu rostro hacia estos signos de la misericordia»."
Él respondió:
"Oh hombre vano, estos signos están en el corazón; lo que
está en el exterior no son más que los signos de los signos."
El (verdadero) vergel y el verdor se hallan en la esencia misma del alma: su reflejo sobre lo que está en el exterior es como (el reflejo) en el agua corriente. ...
Si los cipreses del mundo exterior no fuesen el reflejo de los cipreses del corazón, Dios no habría llamado este mundo exterior el mundo de la ilusión.
El (verdadero) vergel y el verdor se hallan en la esencia misma del alma: su reflejo sobre lo que está en el exterior es como (el reflejo) en el agua corriente. ...
Si los cipreses del mundo exterior no fuesen el reflejo de los cipreses del corazón, Dios no habría llamado este mundo exterior el mundo de la ilusión.
...
Oh, dichoso el que está muerto antes de morir, pues él ha percibido el perfume
del origen de este vergel.
Rumi
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