A pesar que
Einstein tenia aversión a conducir, siempre le resulto más cómodo viajar en
automóvil.
Por esta razón decidió emplear a un chofer personal, para que le trasladase a sus distintas actividades.
Por esta razón decidió emplear a un chofer personal, para que le trasladase a sus distintas actividades.
Tras pasar
varias semanas en travesías una y otra vez, dando conferencias en distintos
lugares, Einstein le confió a su chofer que le aburría el repetir lo mismo una
y otra vez, su chofer le contesto:
-Si quiere puedo reemplazarlo un día de estos
señor.
Einstein se sorprendió y le contesto:
- ¿cómo
sería posible?”
A lo que el
chofer contesto:
-Señor, le
he oído decir su conferencia tantas veces que sería capaz de darla sin faltar
palabra alguna!
Al acercarse
al próximo lugar donde debería dar la conferencia, y sabiendo que ninguno de
los académicos allí presentes le conocían, el físico le dijo a su chofer:
-Muy bien,
da la charla entonces.
En ese
momento cambiaron sus roles, Einstein cambio algunas prendas con el osado
chofer y se sentó al volante, mientras el chofer se sentó atrás y actuó
como el más grande de los físicos.
El chofer
realizo una exposición digna del más grande de los matemáticos y físicos
teóricos, dejo a toda la audiencia encantada con su charla “prestada”.
Al terminar,
uno de los profesores asistentes le realizo una pregunta, a la cual el chofer
no sabía cómo responder.
Pero en un
golpe de inspiración providencial, contesto:
-La pregunta
que acabas de hacer es tan sencilla que dejaré que mi chófer, que se encuentra
al final de la sala, se la responda...
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