Renunciar al mundo, huir al bosque y a la montaña es
escaparse de una situación en la que se puede aprender algo.
En una cueva del Himalaya no tendrás ninguna responsabilidad,
pero recuerda que sin responsabilidades no podrás crecer; tu conciencia se
quedará estancada.
Para que crezca tendrás que enfrentarte, afrontar y
aceptar los desafíos de las responsabilidades.
Los escapistas son cobardes, no son rebeldes, aunque
hasta ahora se haya dicho que son espíritus rebeldes.
No lo son, solo son cobardes.
No han sabido enfrentarse a la vida.
Conocen sus debilidades, sus flaquezas, y creen que es
mejor escaparse; de ese modo nunca tendrán que enfrentarse a ellas ni asumir
ningún desafío.
¿Cómo vas a crecer sin desafíos?
No; el Rebelde no puede renunciar al mundo y la
sociedad, aunque renuncie indudablemente a muchas otras cosas.
Renuncia a una susodicha moralidad que le ha sido
impuesta por la sociedad; renuncia a unos valores impuestos por la sociedad;
renuncia a los conocimientos que le otorga la sociedad.
Pero no renuncia a la sociedad en sí, sino a todo lo
impuesto por la sociedad.
Esta es la verdadera renuncia.
El rebelde vive en la sociedad enfrentándose,
defendiéndose.
Si permaneces dentro de la multitud sin obedecerla,
pero obedeciendo a tu propia conciencia, tendrás una gran oportunidad de
crecimiento.
Hará que muestres lo mejor de ti, te otorga dignidad.
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