sábado, 3 de mayo de 2014

El Té: El Elixir De Eterna Juventud

Solamente el agua supera, a nivel mundial, el consumo del té que es reconocido por todos por sus numerosos beneficios para el cuerpo y la mente.

Cuenta la leyenda que en China, aproximadamente en el año 2700 a.C., el filósofo Shen Nung de
scansaba plácidamente debajo de un árbol, un día de mucho calor, cuando unas hojas se desprendieron y cayeron dentro de un tazón de agua caliente. El sabio degustó la infusión, refrescante y reconstituyente, y así fue, como gracias al azar el té fue descubierto. Desde China, el país de origen, su consumo se extendió al Tíbet, Corea y Japón, y posteriormente a la India. Gracias a la ruta de la seda se introdujo también en Persia y Rusia. Las primeras menciones en Occidente datan del año 800 d.C., pero no fue hasta el siglo XV, el momento en el que empieza a comercializarse. Primero fueron los portugueses, luego los holandeses, y finalmente los ingleses que lo integraron en nuestra cultura, creando un halo de exquisitez y tradición entorno a la infusión.

Se le denomina Cha en los países en los que la bebida se introdujo vía terrestre desde China como Rusia, Turquía o Persia, y en Portugal, donde llegó a través del comercio con Macao. El término té es utilizado en el resto de países, a los que llega por vía marítima desde el sur de China o la India.

Los colores del Té
El té es una planta de la familia de las camelias, sus hojas están finamente serradas y sus flores desprenden una delicada fragancia. El cultivo requiere de un clima cálido a la vez que húmedo y se le atribuye mejor calidad cuando es cultivado a mayor altitud, aunque también intervienen otros factores como la tierra, la forma de recolección y su posterior tratamiento. Casi todos los tés se elaboran con hojas jóvenes. Cuando el arbusto alcanza la madurez adecuada, se realiza a mano la recolección. Para los tés de mejor calidad solo se toma la hoja más alta y las dos siguientes. Posteriormente tiene lugar el secado. Las hojas se extienden y se dejan marchitar hasta que son lo bastante flexibles para enrollarlas sin que se rompan. Es durante el secado y enrollado que las hojas liberan las sustancias que les otorgan el color y aroma característicos.

Té verde. Las hojas se secan hasta eliminar la humedad por lo que no hay fermentación y conserva intactos los componentes vitamínicos, antioxidantes y medicinales existentes en las hojas. Ofrece un aroma más fresco y herbal que el resto de variedades de té. Tiene muy poca teína o cafeína, entre 8 y 16 mg por taza. Gunpowder, Sencha y Gyokuro, té japonés también conocido como té de rocío de perla, son las variedades más populares del té verde. Es la infusión reina en China y Japón.

Té negro. Las hojas recién recolectadas se extienden en habitaciones húmedas para que fermenten. Este proceso dura entre 4 y 5 horas según la variedad y es el que determina su color marrón oscuro o negro. Tiene un sabor fuerte cercano a la cafeína porque contiene bastante teína, entre 25 y 100 mg por taza. Las variedades de té negro más comunes incluyen Ceilán, Assam y Darjeeling, éste ultimo considerado por muchos el té negro más fino. Es el más consumido en Europa. El Té Rojo es una clase de Té negro que solamente se cultiva en la región de Yunnan y es reconocido en China por el nombre de Pu Erh.

Té azul. También llamado Oolong, y procedente de la provincia de Fukien en China, es un té semi-fermentado pues se detiene la oxidación de las hojas al cabo de dos horas, resultando un sabor equilibrado a medio camino entre el té verde y negro. Su contenido en teína es variable en función de cuando se ha interrumpido la fermentación y puede variar entre 10 y 55 mg por taza. Es muy popular en Taiwan.

Té amarillo. Las hojas se dejan madurar en vez de fermentar. Tiene cuerpo y un sabor dulce y amargo, deja la boca limpia y seca.

Té blanco. Las hojas nuevas se recolectan antes de que se abran y apenas están fermentadas. Infusionado tiene un color pajizo muy pálido. Tiene un sabor suave y es el que menos cafeína contiene (alrededor de 1 mg por taza). Es muy apreciado por su poder antioxidante que triplica al del té verde.

Beneficios terapéuticos
Frena el envejecimiento. Es antioxidante y ayuda a combatir y prevenir radicales libres que destruyen las células y tejidos. El Polifenol y la Catequina que contiene el té verde tiene una acción antioxidante muy superior a la vitamina E.

Aumenta las defensas del organismo. Gracias a su contenido en Epigalocatequina Galato (EGCg) activa la producción de linfocitos B y T que son la base del sistema inmunitario. Los Polifenoles del té verde fomentan la multiplicación de ambos lifoncitos, aumentando la respuesta inmunológica del organismo.
Mantiene la mente alerta. Es un estimulante suave que favorece la concentración y la agilidad mental.

Mejora la digestión. Los aceites esenciales presentes en el té aumentan el flujo de jugos gástricos, lo que ayuda a la digestión. Esta es la razón por la que el té chino y el té verde japonés se toman después de las comidas. Además, por sus características antibacterianas ayuda a prevenir infecciones gastrointestinales menores.

Previene las enfermedades cardiovasculares y cardiocirculatorias. Es fuente de vitamina E que facilita la disolución de coágulos sanguíneos, limita la agregación de plaquetas y ayuda a los fagocitos en su labor. El té verde mantiene a raya el “colesterol malo” en la sangre, gracias a su contenido de Catequinas las mismas que además ayudan a combatir la hipertensión.

Previene la caries. Gracias a su contenido en Teoflavina limita la actividad de una bacteria llamada Estreptococo Mutans que es la responsable de la caries. La misma función tienen la Catequina del té verde que además evita que las bacterias se adhieran a los dientes.

Combate el cáncer. Inhibe la mutación de las células. Estudios realizados han demostrado que las mujeres que toman dos tazas de té al día tienen menor incidencia de cáncer en el útero.

Texto redactado por Núria Leonelli Sellés

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