Cierto día, estaba en el bosque un joven, que golpeaba un
árbol, con furia e insistencia. Golpe tras golpe, la ira del joven se
desvanecía, hasta que por fin, dejó de golpear al árbol. Un hombre viejo, que
observaba la escena, fue adonde él estaba. Se sentó, miró al joven, y le dijo:
-¡Conque eres muy duro! Tienes problemas y los resuelves
golpeando un árbol.
El joven le contestó: -Sí, así soy, duro y fuerte.
El hombre viejo replicó:
-Prefieres golpear un árbol, descargar toda tu energía en él
y abandonar tus problemas sin tratar de resolverlos. Así que eres duro y
fuerte.Ven, te voy a decir algo.
El viejo llevó al joven hasta donde estaba un roble, y
después lo llevó a donde estaba un bambú.
El viejo le dice:
-Obsérvalos, el roble es grande, duro, y muy fuerte, igual
que tú, y el bambú es diferente, pues es muy delgado, y flexible. ¿Sabes? En
tiempos de tormenta, cuando los vientos soplan muy fuerte, el único que
sobrevive a tal desastre natural es el bambú, ya que el roble es muy duro para
soportar la tormenta.
El bambú con su gran flexibilidad soporta toda tormenta, ya
que se mueve y dobla en armonía hacia donde los vientos se dirijan. Mientras
que el roble es tan, tan duro, tan estático, que en vez de doblarse, se
quiebra, trata de resistir o imponerse ante la tormenta, hasta que tarde o
temprano, cede. Pasada la tormenta, el único que queda de pie es el bambú
delgado y flexible, listo para soportar otra tormenta.
Esta historia sencilla tiene una moraleja clara: en tiempos
de dificultad, como las tormentas que debe afrontar el roble o el bambú, sólo
el que es flexible, y actúa en armonía con el fluir del viento, permanece.
Quienes sean como el roble: duros, rígidos, sin capacidad de moverse, son
arrancados de raíz, por los fuertes vientos.
"El árbol más rígido es más fácil de quebrar,
mientras
que el bambú sobrevive al doblarse con el viento."
Bruce Lee
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