Te
ocupas demasiado de ti mismo, lo que te produce una tremenda fatiga.
Te
concedes demasiada importancia y eso te da un pretexto para molestarte con
todo.
Siempre
te sientes obligado a explicar tus actos, como si fueras el único hombre que se
equivoca en la tierra.
Mientras
te sientas lo más importante del mundo, no podrás apreciar en verdad el mundo
que te rodea.
Sentirse
importante lo vuelve a uno pesado, rudo y vanidoso; para ser un hombre de
conocimiento se necesita ser liviano y fluido.
Solo
tenemos una alternativa: o lo tomamos todo por cierto, o no.
Si
hacemos lo primero terminamos muertos de aburrimiento con nosotros mismos y con
el mundo.
Si
hacemos lo segundo y borramos nuestra historia personal, creamos una niebla a
nuestro alrededor, y un estado muy emocionante y misterioso.
Cuando
nada es cierto nos mantenemos alertas, de puntillas todo el tiempo.
Debes
borrar la historia personal armoniosamente, poco a poco.
La
historia personal nace cuando hay alguien más que sabe de donde eres, qué eres,
qué haces.
Si
no tienes historia personal, no necesitas dar explicaciones porque nadie se
enoja o se desilusiona con tus actos; sobre todo, nadie te atrapa con sus
pensamientos.
Un
guerrero usa su mundo lo menos posible y con ternura.
Tiene
trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible porque no lo exprime ni
lo deforma.
Lo
toca levemente, se queda cuanto necesita y luego se aleja raudo, sin dejar
señal alguna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario