jueves, 7 de agosto de 2014

Cómo Deben Ser Un Marido Y Su Mujer


Cómo deben ser un marido y su mujer entre sí, no es asunto simple.
A veces las circunstancias conspiran de una manera extraña, de modo que la riqueza o una vida fácil, en realidad, pueden funcionar para alejar a una pareja, mientras que lo que le parece una montaña de problemas a alguien de afuera, puede ser el momento de mayor felicidad, que los acerca aún más.
A diferencia del tipo de confianza que disminuye dependiendo de la situación, el amor verdadero -en el sentido más profundo de un vínculo entre dos personas- es algo que se desarrolla haciendo frente a un mar tempestuoso.

Pero esto no quiere decir que un miembro de la pareja siempre tiene que ceder ante el otro; o que la felicidad de uno se puede construir sobre el sufrimiento del otro.
El marido no es el centro de la relación, ni tampoco lo es la mujer.

No es cuestión de quién es el líder o de quien se debe sacrificar por la felicidad y el éxito del otro.

Así como una canción es un matrimonio de música y letra, el marido y la mujer son personas iguales que, al mismo tiempo, tocan juntos una única melodía de la vida. Lo importante, creo, es la belleza de la melodía que estos dos compañeros de vida puedan crear juntos.
Para poder alcanzar la profundidad y la armonía en la relación, creo que los dos ingredientes más importantes son el sentido de gratitud y un objetivo en común.
En la sociedad actual, se podría pensar en la familia como un avión.

Frente a los embates de los vientos del cambio, los copilotos tienen la responsabilidad de asegurarse de llegar sanos y salvos a destino. La estabilidad de un avión en vuelo exige una dirección clara, impulso y esfuerzo constante.

Y el éxito del vuelo exige que los copilotos tengan el mismo destino como meta.
Oí la historia de una mujer que durante mucho tiempo estuvo deprimida y, con el tiempo, terminó pasándose los días en la cama. Un médico que los conocía bien a ella y a su marido, escribió una receta y se la dio a la esposa. Cuando la esposa leyó la receta, quedó anonadada.

Decía:

"Cuando su esposo le dé el medicamento, por favor asegúrese de tomarlo después de que le haya dicho tres veces gracias, claramente".

Le pareció raro, pero como estaba subrayado, le dijo tres veces gracias antes de tomarse el remedio.

Entonces se dio cuenta de que no había utilizado estas palabras durante mucho tiempo.

Cada vez que repetía "gracias", tres veces, su salud y su felicidad regresaban poquito a poco.
Una expresión humilde de gratitud embellece a una persona, no solamente en el corazón, sino también en su apariencia.

**HUELGA DECIR QUE ESTA LECCIÓN TAMBIÉN SE APLICA IGUALMENTE A LOS MARIDOS



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