Vivimos tiempos degenerados en los que la estupidez (tan de moda en esta
temporada) busca su felicidad por medio de la codicia y sólo consigue causarse
sufrimiento a sí mismo y a los demás.
Vivimos en un mundo que dispone de riqueza suficiente para todos, pero
resulta que dos de cada cien personas acapara la práctica totalidad de la
riqueza... y aún sigue exprimiendo a los demás.
Vivimos en un mundo que produce alimentos para satisfacer a más del
doble de la población mundial, pero resulta que una de cada dos personas pasan
hambre.
¡Encima nos permitimos el "lujo" que quemar comida para hacer
volar nuestros aviones! Decididamente, ¡estamos locos!
Vivimos en un mundo que dispone de conocimientos y recursos para atender
sobradamente las necesidades sanitarias de todos los seres humanos, pero
resulta que tres de cada cuatro personas padecen y mueren por enfermedades
fácilmente curables.
Incluso en los sitios privilegiados donde se recibe una buena atención
sanitaria, cuando llega la hora inevitable de nuestra muerte, se nos impide
morir con dignidad y en paz.
¿Cuándo comprenderemos que la codicia no trae más que sufrimiento para
todos?
¿Cuándo comprenderemos que la generosidad es fuente de riqueza para
todos?
Por favor, amigos, un poco de cordura; un poco de equilibrio, un poco de
cooperación.
No hace falta ser multimillonario para aliviar el sufrimiento de los
demás (humanos y no humanos).
Todos podemos (y deberíamos) ejercer el mayor poder del universo, el
poder del amor incondicional.
Todos podemos (y deberíamos) expresar nuestra elección ética en la
votación diaria que supone el simple acto de hacer la compra.
Todos podemos (y deberíamos) pensar más en los demás que en nosotros
mismos; dar más y pedir menos.
Quién da desinteresadamente, recibe (felicidad).
Quién toma egoístamente, con avidez, lo que otros necesitan, también recibe
(sufrimiento).
Esa es la verdad.
Espero y deseo que la vida os dé
todo lo bueno que os merecéis, que es
mucho.
Cuidaos mucho, y procurad ser muy felices
para poder compartir felicidad a
manos llenas
(que el mundo está muy necesitado
de cariñito y de cordura).
Juan Angel
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