Un día, estaba un
Samurai Takada comiendo un cuenco de arroz, sentado en el umbral de una casa
cualquiera.
No había ningún alimento en toda Okinawa más barato que el arroz.
Dicho de otra manera, comer arroz significaba que no se pasaba por un buen
momento económico.
Pasó un samurai de la corte personal del emperador y le
dijo:
-!Ay, Takada-san! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular un poco más al emperador, no
tendrías que comer tanto arroz.
Takada dejó de comer, levantó la vista, y
mirando al acaudalado samurai intensamente, contestó:
- Ay de ti, hermano bushi.
Si aprendieras a comer un poco de arroz, no
tendrías que ser sumiso y adular
tanto al emperador.
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