Un bambú…
Completamente hueco por dentro.
Cuando descansas, sólo sientes que eres como un bambú:
completamente hueco y vacío por dentro.
Y, de hecho, éste es el caso:
tu cuerpo es simplemente como un bambú, y por dentro está
vacío.
Tu piel, tus huesos, tu sangre, son todos parte del bambú, y
dentro hay
espacio, vacuidad.
Cuando estás sentado con la boca completamente silenciosa,
inactiva;
con la lengua tocando el paladar superior y en silencio, sin
temblar con
los pensamientos, la mente observando pasivamente, sin
esperar algo
en particular, siéntete como un bambú hueco.
De repente, una infinidad de energía comienza a verterse
dentro de ti.
Estás lleno de lo desconocido, de lo misterioso, de lo
divino.
Un bambú hueco se convierte en una flauta y lo divino
comienza a
tocarla.
Una vez que estás vacío, entonces no hay barrera para que lo
divino
entre en ti.
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