El tiempo vive encerrado en la esfera de mi reloj de Harry
Potter y no encuentro el modo de hacerlo avanzar y ser por fin mayor como mi
hermano.
Sin embargo en el de mamá va muy rápido, ella se queja de no
tener ni un minuto libre.
El de papá avanza de un modo extraño y no siempre marca el
final de su jornada, por eso casi nunca cena con nosotros.
El abuelo no tiene, pero cada vez que el cuco canta el paso
del tiempo en el del salón, hace un paréntesis en su dormitar y parece
complacido de seguir ahí, en su mecedora.
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