La fuerza excesiva
causa el contragolpe.
Las intervenciones
e instigaciones constantes no forman un buen grupo.
Lo corrompen.
El mejor
proceso de un grupo es delicado.
No se le
puede estar empujando, ni discutiendo, ni peleando.
El líder que
trata de controlar al grupo mediante la fuerza, no entiende el proceso del grupo.
La fuerza puede
costarle la adhesión de sus miembros.
Los líderes que
empujan creen que están facilitando el proceso del grupo; en realidad, lo están
parando.
Creen que están construyendo un grupo sólido; en realidad, están destruyendo su coherencia y creando facciones.
Creen que están construyendo un grupo sólido; en realidad, están destruyendo su coherencia y creando facciones.
Creen que sus
constantes intervenciones significan habilidad; en realidad estas intervenciones
son groseras e inapropiadas.
Creen que su
liderato les otorga autoridad absoluta; en realidad, su conducta no se gana el
respeto.
El buen
líder permanece centrado y aterrizado y usa la menor fuerza posible para actuar
con eficacia.
El líder evita
el egocentrismo y enfatiza el ser más que el hacer.
John Heider
El TAO de los lideres
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