Antiguas historias del folklore europeo sostenían que usar anillo en el dedo índice era manifestación de arrogancia y orgullo excesivo.
Usarlo en el
dedo mayor denotaba prudencia, dignidad y discreción.
En el dedo
anular, amor y afecto.
En el
meñique, un espíritu predispuesto.
La costumbre
del anillo de bodas es una costumbre universal en los países cristianos.
Aparentemente
se habría originado en una tradición romana relacionada con ofrecer seguridades
o garantías.
El dedo
índice es considerado en algunos países símbolo del Espíritu Santo, por lo que
los sacerdotes solían usar un anillo en ese dedo como muestra de su tarea
espiritual.
Los anillos
episcopales usados por los cardenales y obispos son de oro con una piedra
(zafiro los cardenales y amatista los obispos) y se llevan en el tercer dedo de
la mano derecha.
El papa usa
un anillo similar, usualmente con una esmeralda o rubí.
Un anillo simple
de oro es usado por las monjas.
En la
antigua Roma, los romanos libres debían usar un anillo de hierro y sólo los
senadores y magistrados tenían el jus annuli aurei, derecho a usar anillo de oro.
Los
emperadores lo conferían a su gusto y Justiniano extendió luego la costumbre a
todos los ciudadanos romanos.
Una leyenda
vasca cuenta que uno de los cíclopes regaló a una joven un anillo que hablaba.
Al
entregarle tan prodigiosa pieza, le pidió que se casara con él.
La joven se puso el anillo e inmediatamente éste empezó a hablar, diciendo incesantemente:
La joven se puso el anillo e inmediatamente éste empezó a hablar, diciendo incesantemente:
-"Tú
allí y yo aquí".
La niña
intentó quitarlo y no pudo por más que lo intentó.
Agobiada por
la letanía, se cortó el dedo y lo tiró a un estanque.
La historia
fue recogida por los hermanos GRIMM en un cuento titulado "El ladrón y sus
hijos" del año 1812.
Luis Melnik
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