Muchas veces el aspirante procede
respecto a la verdad tan ignorantemente como el hombre de esta historia.
No conocía la madera de sándalo,
pero había escuchado mucho sobre sus excelencias.
Nació así en él un fuerte deseo por
conocer esa clase de madera tan ponderada y
entonces decidió escribir a sus mejores amigos para pedirles un pedazo de esa
clase de madera.
De este modo, escribió numerosas cartas a sus
amigos y en todas ellas hacía la misma petición: «Por favor, enviadme madera de
sándalo.»
Y un día, de repente, descubrió que el lápiz con el
que llevaba meses escribiendo aquellas cartas era precisamente de olorosa
madera de sándalo.
El ser humano busca la felicidad
fuera de él,
cuando la verdadera y estable felicidad se halla en su interior.
Pide lo que ya tiene, busca lo que nunca ha
perdido.
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