Umana era un ser angelical, cantaba como los dioses santos,
las plegarias todos los días.
Ananda como ustedes saben, era el discípulo amado de Buda, sin
embargo, aunque luchaba no podía eliminar los celos de su corazón, y cuanta vez
podía, luchaba contra todo y contra todos, por lucirse ante el maestro.
Un día que Umana cantaba las plegarias, Ananda que no
precisamente cantaba muy bien, quiso acompañarle en su cántico, y se adelantaba
a Umana, lo cual a los monjes les parecía que era el colmo de la competencia.
Un día, queriendo Madsya el maestro de turno, darle una
lección, sin que Ananda lo notara, invitó a Buda a escuchar el canto de Umana,
sabiendo que Ananda estaría también presente.
Cuando Umana comenzó a cantar, Ananda comenzó a cantar como
siempre, no atinando a las notas, y apresurado e inquieto.
Madsya contemplaba en silencio el rostro del Buda, quien
cerrando los ojos juntó devotamente sus manos, y guardó silencio.
Al finalizar el canto y terminar las plegarias, tanto Madsya
como Buda intercambiaron palabras:
-Maestro, qué os ha parecido el canto de nuestro ángel Umana?
Habéis oído cómo Ananda interrumpía el canto bello con sus
berridos?
A lo que Buda le contestó:
-No hay duda, querido hermano que el canto de Umana es
ciertamente muy hermoso, pero más hermoso fue aún el canto de la lejana grulla
que en su nido alimentaba a sus polluelos.
Ese canto sí que envolvió mi corazón.... y que tu no pudiste
escuchar porque estabas perdiendo el tiempo escuchando a Ananda......!
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