s están sembradas de inmundicias y apestan
¿Qué se puede hacer?
¿Qué debo hacer?
El sabio dijo:
El sabio dijo:
-Ven a sentarte aquí un momento,
junto a mí
Se quedaron allí mucho rato,
silenciosos, luego, el sabio se levantó y llevó consigo a su compañero hasta
el camino.
Mientras andaban en silencio, se dieron cuenta de la belleza de las flores, de la fortaleza de los árboles.
Mientras andaban en silencio, se dieron cuenta de la belleza de las flores, de la fortaleza de los árboles.
Llegaron a un pueblo al
mediodía, donde las gentes descansaban y todo irradiaba paz.
Al recorrer el pueblo, el
estudiante murmuró:
-¡Sin embargo, esta mañana la gente se peleaba y gritaba!...
Más allá se veía un campo donde los soldados descansaban, y el estudiante observó:
-Hace unas horas guerreaban y ahora están tan tranquilos...
De madrugada, el sabio y el joven llegaron a Lo-Yang.
Las calles estaban limpias, la gente iba tranquilamente a sus asuntos y el aire fresco halagaba el olfato.
-¡Sin embargo, esta mañana la gente se peleaba y gritaba!...
Más allá se veía un campo donde los soldados descansaban, y el estudiante observó:
-Hace unas horas guerreaban y ahora están tan tranquilos...
De madrugada, el sabio y el joven llegaron a Lo-Yang.
Las calles estaban limpias, la gente iba tranquilamente a sus asuntos y el aire fresco halagaba el olfato.
Pasearon un rato por el palacio
imperial, y luego se sentaron en el patio.
El emperador se acercó a ellos sonriendo y dijo:
-Hoy es un día de paz y tranquilidad.
En el camino de regreso, el estudiante manifestó su sorpresa:
-¿De dónde procede este cambio, si ayer mis ojos no encontraban por todas partes más que muerte y negatividad?
Entonces dijo el sabio:
El emperador se acercó a ellos sonriendo y dijo:
-Hoy es un día de paz y tranquilidad.
En el camino de regreso, el estudiante manifestó su sorpresa:
-¿De dónde procede este cambio, si ayer mis ojos no encontraban por todas partes más que muerte y negatividad?
Entonces dijo el sabio:
-Oh, es muy sencillo.
Lo que tú eres se refleja a tu
alrededor.
Y donde quiera que estés ves tu
propia realidad.
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