martes, 16 de diciembre de 2014

El Cuento De Tomás

Tommy solo tenía seis años y quería tener un reloj de pulsera.

Cuando se lo regalaron por fin, en Navidad, estaba impaciente por enseñárselo a su mejor amigo, Billy.

La madre de Tommy le dio permiso, y cuando su hijo salió de casa le hizo esta advertencia:

- Tommy, ahora llevas tu reloj nuevo, y sabes leer la hora. De aquí a casa de Billy llegas caminando en dos minutos; así que no tienes excusa para llegar tarde a casa. Vuelve antes de las seis para la merienda.

- Sí, mamá -dijo Tommy mientras salía corriendo por la puerta.

Dieron las seis, y ni rastro de Tommy. A las seis y cuarto no había aparecido todavía, y su madre se irritó.

A las seis y media seguía sin aparecer, y se enfadó. A las siete menos diez, el enfado se convirtió en miedo.

Cuando se disponía salir a buscar a su hijo, se abrió despacio la puerta de la calle. Tommy entró en silencio.

- ¡Ay, Tommy! -le riñó su madre-. ¿Cómo has podido ser tan desconsiderado? ¿No sabías que yo me iba a preocupar? ¿Dónde te has metido?

- He estado ayudando a Billy... -empezó a decir Tommy.

- ¿Ayudando a Billy?, ¿a qué? -le gritó su madre.

El pequeño empezó a explicarse otra vez:

- A Billy le han regalado una bicicleta nueva por Navidad, pero se cayó de la acera y se rompió y...

- ¡Ay Tommy! -le interrumpió su madre-, ¿qué sabe de arreglar bicicletas un niño de seis años? Por Dios, tú....

Esta vez fue Tommy quien interrumpió a su madre.

- No mamá. No quise ayudarle a arreglarla. Me senté a su lado y le ayudé a llorar...

 

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