Los tres monos sabios que se tapan con las manos respectivamente los ojos, oídos y
boca, provienen de antiguas leyendas chinas que se difundieron en Japón con la
llegada de la escritura en el siglo VIII.
Los
nombres de los monos son Kikazaru (no oye), Iwazaru (no habla) y Mizaru (no
ve), que hacen referencia a un juego de palabras japonés, ya que saru significa
mono.
Cuenta la leyenda, que los tres monos eran los mensajeros enviados por los
dioses para delatar las malas acciones de los humanos con un conjuro mágico,
con el cual cada uno tenía dos virtudes y un defecto, y se representaban en el
siguiente orden:
Kikazaru
Representado como el mono sordo, era el encargado de utilizar el sentido de la vista para observar a todo aquel
que realizaba malas acciones para transmitírselo a Mizaru mediante la voz.
Mizaru
Mizaru era el mono ciego. No necesitaba su sentido
de la vista, puesto que se encargaba de llevar los mensajes que le contaba
Kikazaru hasta el tercer mono, Iwazaru.
Iwazaru
El tercero de los tres monos era el mono mudo,
Iwazaru, que escuchaba los mensajes transmitidos por Mizaru para decidir la
pena de los dioses que le caería al desafortunado y observar que se cumpliese.
Existen múltiples
interpretaciones, he aquí una:
“No te quiero escuchar, no te quiero ver, no
te quiero dirigir la palabra… deseo ignorarte”. Esta frase aparece en situaciones de pavor extremo
(donde se reconoce esa postura cubriendo los sentidos para poder ignorar).
“No deseo ser un humano y cometer todos los destrozos que
ellos ocasionan”
El ser humano hace cosas
increíbles y otras terribles, ¿somos nosotros los seres humanos la única
especie capaz de separar el mal del bien? ¿Somos civilizados?
Lo único que soy capaz de afirmar es que quien se tapa
ojos, oídos y boca como mono se queda y no como hombre sabio.
Pues la sabiduría para ser alcanzada requiere abrir las
puertas al conocimiento sin importar lo terrible o placentero que este sea.
Los tres monos sabios o tres monos místicos, actualmente son los guardianes simbólicos del mausoleo
de Toshogu, encargados de que nadie interrumpa el sueño del Shogun que yace en
su tumba.
Son una escultura en madera (1636), construida en honor de
Tokugawa Ieyasu, situada en el santuario de Toshogu en Nikko, al norte de Tokio
(Japón).
Sore dake desu! (como una persona decía)
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