La incertidumbre es la característica de
una situación que se repite en diferentes condiciones en las que se realiza o
la definen, y que no conducen necesariamente al mismo resultado final. No es
posible siquiera calcular la probabilidad de ocurrencia.
Cuando esto sucede es común que nos surja temor por no saber qué puede pasar.
Generando cierta disconformidad con uno mismo y el entorno al cual se está
involucrado ante los sucesos.
Pero si se fijan en la reflexión de los efectos del tiempo, es tiempo futuro y
no se puede vivir, porque no pasó y genera ansiedad.
No obstante el querer generar probabilidades de bienestar de cualquier índole,
siempre por mayor o menor cuantía que parezcan, se genera la incertidumbre por
los resultados.
La pregunta que comúnmente llega es:
¿Qué puedo
hacer?
Y lo más simple es practicar el desapego de los resultados. Es una buena
práctica para que la incertidumbre sea bienvenida sin temor al efecto. Y, si no
es el resultado que se espera, es el inicio para abrir otras formas de
practicar la incertidumbre como amiga del presente para así poder cambiar la
situación que no se esperaba. De esta manera, y poco a poco el temor queda
relegado por la seguridad, sin especular con el resultado.
Si el resultado es el que esperabas de seguro no vas a sentir temor, pero si tu
estrategia no funciona igual en otras situaciones planteadas, que no te surja
el temor por no haber tenido el mismo resultado y así no repetir conductas
cíclicas que no te van a dejar crecer.
Si la incertidumbre es neutral a los resultados, será fiel amiga a nuestros
sentimientos, el temor desaparecerá y crecerá la creatividad para cambiar con
pleno amor de aceptar que siempre puedo cambiar para mejorar.
¿Que esperar para hacerte amigo de la incertidumbre neutral a los resultados?
Lorena Gintautas
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