Cuando el Mullah Nasrudin fue nombrado cadí (magistrado), se vio
enfrentado con un difícil problema.
En un juicio por agresión el demandante afirmaba que el acusado le
había mordido la oreja.
La defensa lo negaba e insistiendo que se la
había mordido él mismo.
—Está claro que las pruebas están en
contradicción, y puesto que se carece de testigos, dijo Nasrudín, hay
una sola manera de resolverlo. Por consiguirnte, la corte pasa a cuarto
intermedio por media hora.
Luego se trasladó a una habitación,
donde intentó morderse la oreja. Cada vez que lo intentaba, perdía el
equilibrio y caía lastimándose la cabeza.
Cuando se reanudó la sesión de la corte, el Mullah dijo:
—Examinad la cabeza del demandante. Si advierten moretones, él se
mordió la oreja y me inclino a favor del acusado. Si en cambio no hay
lastimaduras, el acusado le mordió la oreja y es un caso de agresión
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