El ruso Salzman tuvo muchas novias.
Y a decir verdad solía dejarlas al poco
tiempo.
Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla.
Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la
verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la
arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela.
Y también las novias que nunca tuvo:
Y también las novias que nunca tuvo:
la que no lo quiso, la que vio una sola vez
en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán
antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado.
Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído
del más sagrado berretín cósmico:
el
hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente
por una. Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...
Alejandro Dolina
No hay comentarios.:
Publicar un comentario