Nasrudin
Hodja era conocido por su sentido del humor y por sus respuestas ingeniosas y
atinadas.
Un día, un hombre viajó a Aksehir para conocerlo y escucharlo.
El
forastero vio a un hombre recargado en la pared y le preguntó si sabía en dónde
podría encontrar a Nasrudin.
El
hombre le contestó que estaba ocupado deteniendo la pared para que no se
cayera, pero que si le ayudaba, él iría a buscar a Hodja y lo traería.
El
forastero estuvo de acuerdo y se apoyó contra el muro.
Esperó
horas y horas y el hombre no regresaba.
Alguien
de la ciudad al verlo le preguntó qué estaba haciendo.
Cuando
explicó lo que había sucedido, todos rieron y le dijeron:
—Sólo
Nasrudin Hodja pudo haber hecho algo así. Él era el hombre que buscas.
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