La velocidad es una
manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar
las preguntas importantes.
La gente tiene miedo
a abrazar la lentitud, existe un prejuicio muy arraigado:
Lento es sinónimo de
torpe, lerdo, perezoso.
Pero creo que hay mucha gente en un brete, porque por un lado le parece obvio que debe cambiar su ritmo y, por el otro, la sociedad le manda un bombardeo de mensajes que aseveran que la velocidad es Dios.
Pero creo que hay mucha gente en un brete, porque por un lado le parece obvio que debe cambiar su ritmo y, por el otro, la sociedad le manda un bombardeo de mensajes que aseveran que la velocidad es Dios.
¿Qué mundo se descubre con la lentitud?
Según mi experiencia hay un antes y un después.
Creo
que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir.
Nuestra
cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la
aceleración nos hace desperdiciar la vida.
La
mejor forma de aprovechar el tiempo no es hacer la máxima cantidad de cosas en
el mínimo tiempo, sino buscar el ritmo adecuado a cada cosa.
Hay
que plantearse muy seriamente a qué dedicamos el tiempo.
Nadie
en su lecho de muerte piensa:
"Ojalá
que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele", y, sin
embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.
De
las filosofías que explican el tiempo, ¿cuál prefiere?
Las tradiciones filosóficas para las que el tiempo es cíclico, como la china, la hindú o la budista. Según estas tradiciones filosófico-culturales, el tiempo nos rodea, renovándose, como el aire que respiramos.
En cambio en la tradición occidental el tiempo es lineal, un recurso finito.
Las tradiciones filosóficas para las que el tiempo es cíclico, como la china, la hindú o la budista. Según estas tradiciones filosófico-culturales, el tiempo nos rodea, renovándose, como el aire que respiramos.
En cambio en la tradición occidental el tiempo es lineal, un recurso finito.
¿Cuál es el primer paso para avanzar?
Aceptar que uno vive mejor cuando hace menos.
Mirar
la agenda y colocar todo lo que hacemos durante la semana en orden de prioridad
y empezar a cortar desde abajo (lo que no resulta nada difícil), porque
llenamos nuestro tiempo de cosas que no son esenciales, las hacemos
rutinariamente, por costumbre.
Así
le podremos dar más tiempo a las cosas importantes: las relaciones
interpersonales, lo lúdico y la calidad de trabajo. ¿No tiene la sensación que haciendo menos la vida se reduce?
Ese es el miedo, pero en realidad es lo contrario: al no estar atrapado en la telaraña de compromisos las cosas empiezan a fluir y ocurren casi de forma sorprendente e inesperada.
Extracto
Reportaje a Carl Honoré acerca de su libro
"El elogio de la lentitud"
Diario LA VANGUARDIA (Catalunya)
Reportaje a Carl Honoré acerca de su libro
"El elogio de la lentitud"
Diario LA VANGUARDIA (Catalunya)
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