jueves, 10 de diciembre de 2015

La Velocidad


La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes.
La gente tiene miedo a abrazar la lentitud, existe un prejuicio muy arraigado:

Lento es sinónimo de torpe, lerdo, perezoso.
Pero creo que hay mucha gente en un brete, porque por un lado le parece obvio que debe cambiar su ritmo y, por el otro, la sociedad le manda un bombardeo de mensajes que aseveran que la velocidad es Dios.

¿Qué mundo se descubre con la lentitud?
Según mi experiencia hay un antes y un después.


Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir.
Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.

La mejor forma de aprovechar el tiempo no es hacer la máxima cantidad de cosas en el mínimo tiempo, sino buscar el ritmo adecuado a cada cosa.

Hay que plantearse muy seriamente a qué dedicamos el tiempo.

Nadie en su lecho de muerte piensa:
"Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele", y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.


De las filosofías que explican el tiempo, ¿cuál prefiere?
Las tradiciones filosóficas para las que el tiempo es cíclico, como la china, la hindú o la budista. Según estas tradiciones filosófico-culturales, el tiempo nos rodea, renovándose, como el aire que respiramos.
En cambio en la tradición occidental el tiempo es lineal, un recurso finito.

¿Cuál es el primer paso para avanzar?
Aceptar que uno vive mejor cuando hace menos.


Mirar la agenda y colocar todo lo que hacemos durante la semana en orden de prioridad y empezar a cortar desde abajo (lo que no resulta nada difícil), porque llenamos nuestro tiempo de cosas que no son esenciales, las hacemos rutinariamente, por costumbre.
Así le podremos dar más tiempo a las cosas importantes: las relaciones interpersonales, lo lúdico y la calidad de trabajo.

¿No tiene la sensación que haciendo menos la vida se reduce?
Ese es el miedo, pero en realidad es lo contrario: al no estar atrapado en la telaraña de compromisos las cosas empiezan a fluir y ocurren casi de forma sorprendente e inesperada.





Extracto
Reportaje a Carl Honoré acerca de su libro
"El elogio de la lentitud"
Diario LA VANGUARDIA (Catalunya)
 

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