Cuando el pequeño salió del templo hinduista con una flor en la mano, su padre, extrañado, le preguntó de dónde la había sacado.
Entonces
el pequeño le dijo:
-
Me la ha regalado el niño con cabeza de elefante que se sienta sobre un loto
ahí dentro. Está muy triste porque nadie quiere jugar con él. Yo le cogí de la
mano y le hice reír un poco, por eso me dio esta flor como prasad. Todos los
niños, aunque sean dioses, deberían tener a alguien para que jugara con ellos y
les hiciera reír ¿no te parece, papá?
Entonces
el padre, sin saber qué decir, miró a su hijo y, dejando todo lo que tenía que
hacer, lo cogió de la mano y se fueron juntos a jugar al parque.
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