Para ser maestro de niños es completamente necesario ser como un niño, olvidar
lo que sabemos y que hemos llegado al término de los conocimientos.
Si se quiere
ser un verdadero guía de niños, no hay que pensar en que se tiene más
edad, ni que se sabe más, ni nada por el estilo; hay que ser un hermano mayor,
dispuesto a caminar con los niños por la misma senda del saber elevado y de la
aspiración.
Y el único
consejo que puedo daros en esta ocasión, si habéis de dedicaros a enseñar a los
hijos del hombre, es éste: que cultivéis el alma del niño eterno.
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