Erase una vez un Mago, con ojos de jaguar, que dejó de creer en sí mismo.
Por eso había perdido su Magia.
En Verdad, estaba latente, esperando a que algo o alguien despertaran su ilusión.
Un día se cruzó en su camino un Colibrí y se enamoró al instante, de su inmaculado corazón y de su Alegría, plasmada en los colores de sus diminutas plumas.
Algo mágico sucedió, porque el mago prendió de nuevo el motor de su corazón.
Había perdido la esperanza de que todavía quedaran en esta tierra corazones limpios.
Este colibrí también se fijó en él y decidió posarse un rato en su lomo de Jaguar.
Otros colibríes que pasaban por su lado, al contemplar la escena, le piaban…
‘¿Qué haces a lomos de esa fiera salvaje?’
A lo que nuestro Colibrí respondía…
‘En sus ojos fieros y valientes he reconocido al Mago, él ha vuelto a confiar en su corazón, por eso resonó con el mío.
Sé que no me quedaré mucho tiempo, porque un Mago se debe a su misión, mas ya la alquimia habrá hecho su efecto.
Él será más dulce, y yo más fiera.’
Así, el Colibrí se convirtió en el Águila que en verdad era, y el Jaguar en el Mago.
Desde entonces dicen que hay un mago blanco que recorre los caminos con un águila dorada, posada en su hombro…
Fuente: Mujer Colibrí 441
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