Cuentan que en la antigüedad,un estudioso chino viajó por el sur del
país en busca de inspiración para su creación literaria.
Una noche de
invierno, se encontró perdido en medio de un bosque y decidió dormir al
pie de una colina.
En la medianoche, soñó que tomaba una copa acompañado
por una chica vestida de blanco que a través de su cuerpo desprendía un
aroma agradable y delicado.
A su lado, había un niño vestido de verde
cantando y bailando con alegría. Al
despertarse al día siguiente, el viajero observó que se había acostado
debajo de un inmenso “meishu” , y que en una de las ramas había un
pajarito con plumas de color esmeralda, y así entendió, que las dos
personas que metió en su sueño en realidad fueron la “meihua” y el
pajarito.
Con la difusión de esta leyenda, la flor de ciruelo se
convirtió en el sinónimo de la pureza y la elegancia.
Por otro lado, a
diferencia de la mayoría de las plantas que florecen en primavera, el
ciruelo echa flores en invierno.
Cuanto más frío hace, más prospera el
ciruelo.
La cualidad de constancia y resistencia contra la adversidad
que refleja la flor de ciruelo ha contribuido a ser considerado como un
símbolo espiritual del pueblo chino, y así a lo largo de la historia,
esta flor no ha dejado de ser objeto de un gran aprecio y adoración por
parte de los literarios chinos.
Incluso en los años 60, cuando China
sufrió una hambruna generalizada, el presidente Mao escribío una poema
en alabanza a la flor de ciruelo para animar al pueblo a luchar contra
la escasez de alimentos.
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