lunes, 14 de marzo de 2016

El Maestro Interior


El maestro interior somos nosotros mismos, bajo el aspecto potencial, hecho consciente, de lo que podríamos y deberíamos ser.
El maestro interior, en el sentido de aptitud para comprender y reconocer esta potencialidad, exige cierto grado de evolución.
Para oír como llamada, la voz del maestro hay que estar presto a ello.
Responder a esa llamada exige, no solamente coraje sino también cierta humildad.
No supone presunción, reconocer al maestro en uno mismo.
Hacerlo así eleva, colma y compromete a la vez: 
'se precisa humildad para aceptar el peso de este compromiso y del camino a recorrer por esta Vía'.
La verdadera humildad no consiste sólo en no querer parecer más de lo que uno es.
Es también aceptar ser más de lo que uno parece ser.
Hay una falsa modestia que es, miedo en aceptar las responsabilidades.
Y es un obstáculo para dejar emerger al maestro interior.
El sentido y reconocimiento del maestro en nosotros como deseo de "ser como Dios" es una condición necesaria para que actúe la fuerza autónoma de la VIA.
No se podría decir que un hombre ha dejado el CAMINO si, en principio no se le reconociera la capacidad de seguirlo.
El maestro en nosotros responde al discípulo interior.
Maestro-discípulo-camino están ineludiblemente unidos, no sólo en el mundo, sino también en nosotros.
El despertar del maestro interior es al mismo tiempo el despertar del discípulo y ambos existen sólo en la relación con la vía interior en la que el maestro guía y el discípulo sigue, en este mundo pero también en uno mismo.
Reconocer y aceptar un maestro supone que el despertar del maestro y el discípulo interior, se haya producido ya en nosotros y que ambos hayan despertado al CAMINO.



Fragmento de
El Maestro Interior
de Karlfried Dürckheim

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