Wabi-Sabi
Las
palabras wabi y sabi no se traducen fácilmente.
Wabi inicialmente
refería la soledad de vivir en la naturaleza, lejos de la
sociedad, mientras que sabi significaba "frío",
"flaco" o "marchitado".
Hacia
el siglo XIV estos términos comenzaron a cambiar, adquiriendo connotaciones
más positivas.
Wabi ahora
connota simpleza rústica, frescura o quietud, siendo aplicable tanto a objetos
naturales como hechos por el hombre, o elegancia subestimada.
También
se puede referir a peculiaridades o anomalías que surgen durante el proceso de
construcción y dotan de elegancia y unicidad al objeto.
Sabi es
la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto y su
impermanencia se evidencian en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo
visible.
Desde
un punto de vista del diseño o ingeniería, wabi se interpretaría
como la cualidad imperfecta de cualquier objeto, debida a inevitables
limitaciones en el diseño y construcción.
Así, sabi podría
ser interpretado como el aspecto de imperfecta fiabilidad o limitada mortalidad
de cualquier objeto; de aquí la conexión etimológica con la palabra japonesa sabi,
oxidarse.
Ambos
conceptos, wabi y sabi, sugieren sentimientos de desconsuelo y
soledad.
Según
la perspectiva budista Mahayana, estas son características positivas, al
representar la liberación del mundo material y la trascendencia hacia una vida
más sencilla.
La
propia filosofía Mahayana, sin embargo, advierte de que la comprensión
verdadera no puede alcanzarse mediante palabras o lenguajes, por lo que aceptar
el wabi-sabi en términos no verbales sería el enfoque más adecuado.
Los
conceptos de wabi y sabi son originariamente religiosos, pero su actual uso en
japonés es bastante informal.
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