Es
un tipo de treta muy antigua.
Una
estrategia tan vieja como el propio mundo, ejercida por todo aquel que, en un
momento dado, necesita someter a otra persona.
Dominar
y tener una sensación de control.
Es
algo habitual en las relaciones de pareja, en esas relaciones tóxicas donde
experimentamos todo tipo de emociones menos la felicidad.
Pero
la culpa no habita solo a nivel afectivo y de pareja…
Son
muchas las relaciones en que pueden dejarnos afilar hábilmente esta sensación.
Un
familiar que nos echa en cara su soledad y que no los atendemos, un niño que
nos increpa que queremos más al hermano pequeño que él…
Son
muchos los rostros que tiene el "hilador de culpa", y muchas las
víctimas que, en un momento dado la hemos sufrido.
Pero
hay que poner límites.
Límites
de protección donde no se manipule nuestras emociones y sentimientos.
Vale
la pena ahondar un poco más en este tema.
¿Te
parece?
La culpa o el sentimiento de falsa tristeza
Es
una moneda de doble cara cuya sensación, te será sobradamente conocida.
Cuando
nos hacen sentir culpables lo que en realidad bombea en nuestro interior es
tristeza.
Una
incómoda y punzante tristeza que en realidad debería ser rabia al ser
manipulados tan fríamente.
Preferimos
callarnos y aceptar ese sutil engaño en que nos han hecho caer, porque en el
fondo, queremos a la persona que nos hace sentir culpables.
No
queremos reaccionar de modo tajante para no terminar con esa relación o,
sencillamente, para no complicar aún más la situación.
Una
vez más han abusado de nuestra bondad y nos sentimos mal, sentimos que nuestra
autoestima se va erosionando como una roca frente al mar, golpeada
continuamente por el oleaje.
¿Qué
podemos hacer?
¿Qué
deberíamos hacer cuando es nuestra pareja quien gusta siempre de hacernos
sentir culpables?
¿O
cuando son nuestros padres, por ejemplo, captando nuestra atención para que
estemos más con ellos?
Sin
olvidar a los niños, que desde muy temprano pueden convertirse en hábiles
manipuladores de sus padres.
Es
una realidad muy común en la que solemos caer y de la que cuesta saber
reaccionar.
Pero
debemos hacerlo por nuestra propia salud psíquica y emocional.
Si
nos dejamos amordazar con este tipo de sentimientos hostigantes nos irán
destruyendo poco a poco, minando por dentro hasta convertirnos en una sombra de
nosotros mismos.
No
caigas en el sentimiento de culpa.
Tú
no eres culpable de nada, solo de querer hacer las cosas bien y de querer a
quienes tienes a tu alrededor.
Defendernos del sentimiento de culpa
"No
puedes negarte, con todo lo que yo he hecho por ti es lo menos que puedes
hacer".
"Siempre
soy el último en tu lista de prioridades, se nota que ya no me quieres".
Estas
frases son sin duda las más comunes que podemos escuchar de boca de esas
personas expertas en manipulación emocional.
Pero
ten en cuenta algo, las personalidades que utilizan esta estrategia lo único
que van a conseguir es hacer crecer nuestro resentimiento.
Nuestra
rabia.
Y
poco a poco nos irá envenenando.
La
forma en que deberíamos marcar límites a este tipo de comportamientos, sería la
siguiente.
1.
Hazle saber a dicha persona que la
quieres.
Que
es importante para ti, pero que lo que te está pidiendo o diciendo no está
bien.
Que
ése no es el modo de hacerlo porque te hace sentir mal, infeliz y manipulado/a.
2.
Indícale que si sigue comportándose del
mismo modo, proponiendo cosas con doble sentido o tergiversando palabras para
hacernos quedar mal, lo que acabará provocando es tu distanciamiento.
Hazle
entender que no quieres eso y que tampoco mereces ser tratado/a de esa forma
tan negativa.
3.
Indícale que lo que esperas en realidad es que sea más directo/a, que diga las
cosas que de verdad siente sin manipular, y no que nos obliguen a hacer cosas
que no queremos haciéndonos sentir mal.
La
sinceridad es lo que más valoras y es lo que esperas de los demás.
La
manipulación es un modo de maltrato y debe quedar claro que no es lo que
quieres.
4.
Dile también que necesitas libertad de elección.
Habrá
cosas que te proponga que quieras hacer y cosas que no, y que esa libertad de
elección es básica para ti.
No
por decir "no" a algo los quieres menos, en absoluto, es un modo de
respetar espacios, emociones y voluntades.
Decir
"no" no es ser egoísta, es actuar con libertad y también con amor.
Para
concluir, sabemos que poner en práctica todos estos enunciados no es fácil, al
contrario, que exige tiempo y tal vez, alguna que otra discusión.
Si
la otra persona nos llega a entender -y a respetar- será un auténtico triunfo y
un descanso.
Pero
si no nos atienden, si hacen oídos sordos y gustan de seguir ejerciendo el
mismo comportamiento, será el momento de tomar decisiones.
Piensa
que lo más importante en esta vida es ser feliz.
Disponer
de tu equilibrio personal y emocional, poder ilusionarte cada día.
Si solo sientes tristeza, rabia y resentimiento,
tu corazón ya estará envenenado….
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