viernes, 20 de diciembre de 2013

La Mariposa

Un hombre, encontró el capullo de una mariposa.

Un día apareció en él una pequeña abertura.

El hombre se sentó y observó durante varias horas cómo la mariposa luchaba, esforzándose para poder pasar a través del agujerito.

Luego, le pareció que ya no progresaba.

Era como sí hubiera llegado al límite de sus posibilidades y no pudiera seguir avanzando.

Así que el hombre decidió ayudar a la mariposa.

Tomó un par de tijeras y cortó el pedacito restante del capullo, entonces la mariposa salió fácilmente.

Pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y arrugados.

El hombre siguió observando a la mariposa, esperando que, en cualquier momento, las alas pudieran agrandarse y expandirse para poder soportar el cuerpo que, a su debido tiempo, se contraería.  

Nada de eso sucedió.

De hecho, la mariposa pasó el resto de su corta vida
arrastrándose con el cuerpo hinchado y las alas encogidas. Nunca pudo llegar a volar. 

Lo que el hombre no comprendió, en su bondad y apuro, es que el obstáculo del capullo y la lucha necesaria para que la mariposa pudiera pasar por diminuta abertura era el modo en que Dios obligaba que el fluido del cuerpo de la mariposa llegará hasta sus alas para que estuviera en condiciones de volar una vez que se liberará del capullo.

 

Algunas veces las luchas y debilidades son exactamente lo que necesitamos en nuestras vidas.

Si Dios permitiese que pasáramos por la vida sin enfrentar obstáculos, nos volveríamos inválidos.

 



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