En el reino de Chu, apareció en la plaza de Fuei,
un vendedor de escudos que pregonaba su mercadería
de la siguiente manera:
-Mis escudos- gritaba- son tan sólidos que nada es capaz
de traspasarlos!
Tiempo después cambió su mercadería y comenzó a vender lanzas.
En este caso su pregón decía:
-Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan atravesar!
Un paseante que había asistido a la promoción de las dos armas,
lo cuestionó entonces asombrado:
-Qué pasa cuando una lanza suya choca contra uno de sus escudos?
El vendedor le contestó sin mirarlo en son de dar por terminada la charla:
-Quién maneja la lanza? Y Quién maneja el escudo?
un vendedor de escudos que pregonaba su mercadería
de la siguiente manera:
-Mis escudos- gritaba- son tan sólidos que nada es capaz
de traspasarlos!
Tiempo después cambió su mercadería y comenzó a vender lanzas.
En este caso su pregón decía:
-Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan atravesar!
Un paseante que había asistido a la promoción de las dos armas,
lo cuestionó entonces asombrado:
-Qué pasa cuando una lanza suya choca contra uno de sus escudos?
El vendedor le contestó sin mirarlo en son de dar por terminada la charla:
-Quién maneja la lanza? Y Quién maneja el escudo?
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