Hay hombres poderosos, hombres que escuchan, que comprenden, que reflexionan.
Hombres cuya presencia te tranquiliza, te sorprende, te encanta; hombres
tranquilos y hombres dulces.
Hombres que no te miran para llenar su vacío interior, ni para aprovecharse de
ti.
Hombres que realmente buscan entender, ayudar, ser un apoyo, amar desde el
corazón.
Hay hombres que anteponen tu placer antes que a ellos.
Hay hombres que saben bajar la guardia con tal de tengas el poder sin sentirse
lastimados por ello.
Hombres que aceptan ser vulnerables y expresan sus sentimientos sin miedo.
Hombres que sonríen, que bendicen, que han aceptado perfectamente su feminidad
sin vergüenza; que integrada, expresada y sublimada, ésta se convierte en un
motor fantástico de agudeza intelectual, de intuición, de creatividad.
Hay hombres sensibles, hombres que se conmueven y que lloran.
Sus lágrimas lo curan todo, lo perdonan todo, son las lágrimas de un Sol.
Un Sol que brilla entre las estrellas, sin quemarlas, respetándolas,
admirándolas, sin tratar de deslumbrarlas, al contrario, exaltándolas,
maravillándolas, contemplándolas, como piedras preciosas y raras.
Como rocas, sobre las cuales también pueden descansar.
Hombres mágicos, que transforman y trascienden.
Hombres fuertes, hombres solitarios, como luces, luces que iluminan, que
protegen, que defienden.
Hombres que saben cómo manejar el elogio, sin hacerlo excesivo, incómodo o
fuera de lugar.
Hombres que honran mientras celebran, felices, optimistas, que aman la
naturaleza, sin calcular..
Hombres que respetan y aman a toda criatura viviente.
Y aunque no lo creas sí hay hombres así.
Tomado de las redes
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