El príncipe de Wu tomó un bote hasta La Montaña De Los Monos.
En cuanto éstos lo vieron, huyeron con gran pánico y se refugiaron en las copas de los árboles.
Un momo, no obstante, permaneció tranquilo, completamente despreocupado, balanceándose de rama en rama; una extraordinaria exhibición.
El príncipe le disparó una flecha al mono, pero éste, con gran destreza, capturó la fecha en pleno vuelo.
Ante esto, el príncipe ordenó a sus acompañantes que hicieran un ataque en conjunto.
En un momento, el mono quedó acribillado a flechazos y cayó muerto.
Entonces el príncipe se volvió hacia su compañero Yen Pu’i y dijo:
-¿Ves lo que ha pasado? Este animal hacia pública su inteligencia. Confiaba en su propia habilidad. Pensaba que nadie podría tocar. ¡Recuerda esto! No te apoyes en la distinción y el talento cuando trates con los hombres.
Cuando volvieron a casa, Yen Pu’i, se convirtió en el discípulo de un sabio para liberarse de todo aquello que lo hacía destacarse. Renunció a todo placer. Aprendió a ocultar toda ‘distinción’.
Pronto nadie en todo el reino sabía que pensar de él.
Por tanto, lo miraban con temerosa admiración.
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